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El elemento determinante en los equipos efectivos es que son capaces de coordinar actividades entre sus miembros, alcanzando una “sincronía” entre sus pensamientos, actividades y actitudes. Y es a eso a lo que debemos aspirar. A la “sinergia” entre los miembros, de tal forma que dos más dos sea más que cuatro.

No obstante, la sinergia es un resultado. O sea, es el efecto de que hacemos o dejamos de hacer, más que algo que hacemos.

Para lograr llegar a la coordinación positiva de ocupaciones y la sinergia en un equipo, se debe pasar por ciertos pasos previos, Para conseguir ello hay diferentes modelos, uno de ellos es el Modelo Fundacional del Trabajo en grupo, el cual instituye una jerarquía de pasos o fases por la que pasan los conjuntos en su camino hacia la sinergia, siendo éstos:

RELACIONAMIENTO:

Este es el paso más básico hacia el trabajo en equipo. Se necesita que las personas se lleve bien, que no haya grandes conflictos negativos.
Una condición importante en esta etapa es que se genere una interacción verdadera y sincera entre los individuos, se necesita que cada integrante del equipo conozca quiénes son sus compañeros en la verdad, cuáles son sus características y preferencias y que aprenda a ver las fortalezas y debilidades de éstas en diversas situaciones.
Además se necesita que cada integrante del equipo conozca realmente bien cuáles son sus propias propiedades y preferencias, y en qué momento éstas tienen la posibilidad de transformarse en fortalezas o debilidades. Que conozca qué es lo cual puede dar al equipo y cuáles son las áreas de donde le podría llegar bien algo de ayuda.

POSIBILIDADES:

Una vez que tenemos una relación estable al interior del equipo, se necesita comprender cuáles son las maneras que brindan los otros miembros.
El conocimiento personal y de los otros miembros nos permite comenzar a ver cuáles son las modalidades que nos ofrece el ser parte de este equipo específico. Qué es lo que se puede lograr si me integro en realidad en él. En qué me puede auxiliar para continuar en mis fines particulares o expertos. Ello nos lleva no únicamente a saber cuáles son las fortalezas de las otras personas, sino además a apreciarlas.


OPORTUNIDAD:

Las posibilidades son potencialidades. Es fundamental entenderlas, pero no podemos aprovecharlas si no se transforman en oportunidades, en el trabajo diario de los equipos y las organizaciones, las oportunidades son múltiples. Pero no siempre son reconocidas.
Por lo tanto, es necesario generar las conversaciones necesarias al interior de nuestro equipo para que saquen las oportunidades a la luz, que permitan reconocerlas y apreciarlas.

ACCIÓN:

Sólo cuando se junta una buena relación con la visión de las posibilidades y el reconocimiento de las oportunidades surge la posibilidad de coordinar acciones.
Si uno lo piensa bien, no tiene ningún sentido tratar de coordinar acciones con personas que no ven ninguna posibilidad u oportunidad a su disposición.

SINCRONÍA:

Este es el paso más avanzado. Muy pocos equipos y organizaciones lo logran. Mucho menos son capaces de sostenerla en el tiempo. Cuando hay sincronía, no es necesario coordinar las acciones. La coordinación no sólo es natural, sino que es la única alternativa.

Podemos concluir que la esencia para llegar a la sinergia y tomar acciones para acercarnos a ella es tener conciencia de los pasos necesarios para alcanzarla, lo que, sin duda, nos ayudará a mejorar el “trabajo en equipo” en nuestra organización.

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